Hermanos, con alegría y gratitud al Señor queremos enviarles un mensaje para compartir lo que el Espíritu Santo ha hecho en nosotros en este 86° Capítulo General, que tuvo como tema las palabras de San Francisco: Dominus dedit mihi fratres… ut irent in mundum.
Reunido en torno a Cristo Crucificado y Resucitado, que da su Espíritu para ir por el mundo como fraternidad misionera, el Capítulo General fue verdaderamente “signo e instrumento de unidad y solidaridad” (cf. Const. 117,1-3; 124, 1; 125,1).
Los momentos de escucha, diálogo y discusión estuvieron caracterizados por esa parresía que el estilo sinodal del camino de la Iglesia nos pide practicar en el discernimiento comunitario.
Somos hermanos llamados a estar con Jesús y a ir por el mundo (cf. Mc 3,14), en el espíritu de Francisco de Asís. Como Frailes Menores Capuchinos, de hecho, vivimos al servicio de la Iglesia en contextos socioculturales plurales e interreligiosos, en los que reconocemos, junto con alegrías y esperanzas, la sombra de injusticias, guerras, desigualdades, violencias, abusos a los menores y personas vulnerables, así como el grito de la tierra y el grito de los pobres.
Por ello, el Capítulo realizó un discernimiento sobre algunos de los temas más urgentes para nuestra vida como hermanos y para el anuncio del Reino de Dios, acogiendo los desafíos y cambios que nuestros países están atravesando.
La universalidad del Evangelio y la interculturalidad del carisma son un don que nos empuja a ser testigos de la fraternidad universal y, en nombre de Cristo, capaces de insertarnos y valorizar cada cultura, colaborando juntos para captar las semillas de la Palabra escondidas en el corazón de cada persona.
La colaboración, tema central del Capítulo, se funda en la dimensión fraterna, profética y misionera de nuestra vida franciscano-capuchina. Somos verdaderamente hermanos y menores cuando aceptamos, en nombre de Cristo, acogernos con humildad, vivir en interdependencia y trabajar juntos por el bien del pueblo de Dios.
Esta misión profética exige hoy una colaboración cada vez mayor en la formación en el carisma, guiados por la Ratio Formationis Ordinis, que es un instrumento precioso para toda la Orden para fortalecer la unidad carismática en la pluralidad cultural. Estamos llamados a renovar y consolidar, en perspectiva profética, nuestras realidades de formación inicial y permanente, cuidándonos unos a otros, para que no decaigan la fidelidad y la perseverancia en el seguimiento del Señor.
En el ser menores, contemplativos y cercanos a todos y con todas las criaturas, hagamos visible la unidad y la paz que el Espíritu de Cristo viene a construir a través de nuestras relaciones, la transmisión del carisma, el cuidado de los pobres entre los más pobres, especialmente en los actuales focos de guerra. En nuestro compromiso con la justicia, la paz y el cuidado de la creación, reconocemos un rasgo identificativo de nuestro carisma.
La colaboración fraterna es el criterio de una nueva y decisiva corresponsabilidad frente a todas las formas de abuso que, lamentablemente, todavía se perpetran en nuestro mundo. Reiteramos el compromiso de cada Circunscripción de la Orden en la formación en prevención, protección y bienestar de los menores y personas vulnerables, junto con la cercanía y atención adecuada a las víctimas.
La temática de la colaboración fue también clave para comprender las nuevas configuraciones geográficas de la Orden y es un llamado a estar aún más disponibles para la misión. En este sentido, el Capítulo, además de adaptar algunos aspectos de nuestra legislación, encomendó al Ministro General y a su Consejo la tarea de organizar un momento de reflexión sobre el amplio tema de la misionariedad de nuestra Orden y de seguir apoyando la Fraternidades San Lorenzo de Brindis.
Guiados por la palabra del Papa Francisco, que el 31 de agosto nos interpeló sobre la “mística de la colaboración”, todos estamos invitados a responder a las llamadas de los signos de los tiempos con la profecía de la fraternidad evangélica, la profecía de disponibilidad misionera, la profecía de paz.
Con este impulso nos acercamos al quinto centenario del nacimiento de nuestra Reforma (1528 – 2028), agradecidos al Señor por el tanto bien que, a través de nuestras manos, ha sembrado en los caminos de la historia. Miramos con pasión y esperanza al futuro para seguir siendo misioneros de misericordia y comunión, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, con la intercesión de la Santísima Virgen María, Patrona de nuestra Orden, y tras las huellas de nuestro Seráfico Padre San Francisco.