La jornada inaugural del Capítulo fue rica de discursos pronunciados por dos frailes muy conocidos de nuestra Orden. Se trata de mons. Paolo Martinelli y del cardenal Raniero Cantalamessa. Después de la Eucaristía presidida por mons. Paolo, intervino con una conferencia el cardenal Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia. A partir de la “fotografía” de la Orden que le facilitó el informe del Ministro General, p. Raniero se detuvo en el tema de la formación, que podemos definir como el proceso de “conformarnos al estilo de vida del Santo Evangelio, camino auténtico de vida” y tener los mismos intereses que Jesús de Nazaret, nuestro horizonte de vida. Para el cardenal, esta mirada hacia Cristo corresponde a lo que el mismo Francisco deseó a lo largo de su vida, hasta el final, y que dejó como herencia: “para saber lo que Dios quiere de vosotros, no me miréis a mí, mirad a Cristo”.
A partir de esta base fundamental, el cardenal invitó a los capitulares a estar atentos a la importancia y a las consecuencias de la formación, recordando que “en el pasado, los jóvenes llegaban al noviciado casi siempre provenientes de familias y de una sociedad impregnada de la fe en Cristo” [. … ]. Hoy sabemos que la situación ha cambiado. La formación ya no puede ocuparse de adornos y estucos, sino que debe construir los muros maestros del edificio espiritual: la familiaridad con la Palabra de Dios, la apertura a la acción del Espíritu Santo y, sobre todo, el conocimiento y el amor a la persona de Jesucristo“. Dentro de esta dinámica de cambios, Cantalamessa se preguntó “cómo era posible ayudar a los candidatos a nuestra vida a lograr un encuentro personal con Jesús”. Citando a san Buenaventura, reiteró que “sólo quien está inflamado interiormente por el Espíritu Santo enviado por Cristo a la tierra” puede ayudarnos a realizar este encuentro personal con Él.
En medio de los desafíos actuales de nuestra Orden, que en algunas partes del mundo está llamada a decidir sobre el “cierre de las casas una tras otra y con gran sufrimiento para todos”, Cantalamessa ve un “signo de consuelo, en la difusión de fraternidad en los que fueron territorios de misión”. Por tanto, lo que debe sostenernos y preservarnos del desaliento y de la resignación es la valentía y la sencillez de dejar espacio a “Jesucristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8). El cardenal concluyó su reflexión animando al Ministro General, presente y futuro, y a sus compañeros capitulares en la certeza de su presencia: “¡dice el Señor: Yo estoy con vosotros!
Exhortation to the General Chapter of the Capuchin Order